La imagen de Nuestra Señora del Buen Retiro

de Desamparados del Saliente

 

La imagen de Nuestra Señora del Buen Retiro de Desamparados o del Saliente es escultóricamente singular, por la riqueza de detalles y la fidelidad con que se ajusta al texto apocalíptico  del cual es hermosa materialización formal.

La Mujer y el Dragón

(Ap. 12:1) Apareció en el cielo una gran señal: una mujer vestida del sol, con la luna debajo de sus pies, y sobre su cabeza una corona de doce estrellas. {2} Y estando encinta, clamaba con dolores de parto, en la angustia del alumbramiento. {3} También apareció otra señal en el cielo: he aquí un gran dragón escarlata, que tenía siete cabezas y diez cuernos, y en sus cabezas siete diademas; {4} y su cola arrastraba la tercera parte de las estrellas del cielo, y las arrojó sobre la tierra. Y el dragón se paró frente a la mujer que estaba para dar a luz, a fin de devorar a su hijo tan pronto como naciese. {5} Y ella dio a luz un hijo varón, que regirá con vara de hierro a todas las naciones; y su hijo fue arrebatado para Dios y para su trono. {6} Y la mujer huyó al desierto, donde tiene lugar preparado por Dios, para que allí se sustenten por mil doscientos sesenta días.

Más singularidad le añade a esta imagen su propia cronología, cifrada en los primerísimos años del siglo XVIII, cuando la Mujer del Apocalipsis se encuentra narrativamente oscurecida por la iconografía inmaculista.

El conjunto escultórico no llega a los 60 cm. de altura, desde la corona hasta el comienzo de la peana, y está trabajado sobre olorosa madera de sabina, cuyo aroma percibe quien contempla en proximidad, reforzando así el carácter sagrado de la imagen envuelta por su origen misterioso. Una rica policromía, en gran parte perdida, realza volúmenes y propicia claroscuros de rico contraste. Cinco elementos lo integran: la Virgen; dos ángeles vestidos a la usanza del XVII, que la sostienen y elevan por encima del dragón: la luna, nunca ausente y siempre definitoria en la iconografía apocalíptica, sobre la que apoya sus pies descalzos la Mujer: el dragón, excluido por los artistas cuando la Mujer del Apocalipsis se transforma en Inmaculada.

La Virgen, con la misma fuerza barroca que caracteriza al conjunto, está dotada de una esbeltez y dinamismo que proceden de la distribución acertada de sus volúmenes y los perfiles que la definen. Las superficies brillantes y las tonalidades claras y transparentes, potencian el ingrávido movimiento de la figura.

Aureolada por el azul del manto que iluminan los soles de oro, los vivos colores de los ángeles, el ocre rojizo del dragón y la plata perdida de la luna, hacen de la Virgen el centro de la composición, entablando un diálogo, que remite a lo trascendente, a lo alto, con quien a ella se acerca. El conjunto, bello y armonioso conceptualmente firme y definido, rico en matices y sugerencias, se presenta como joya frágil y etérea que recuerda en su factura un trabajo de fina porcelana.

La imagen de Nuestra Señora del Buen Retiro de Desamparados o del Saliente es catequesis para una comunidad que comienza a encontrar sus señas de identidad tras superar las dificultades de hambre, emigración y desarraigo. Los catequistas fueron Lázaro de Martos y Roque Tendero, hombres cultos que ya estaban enraizados en esta tierra seca y agreste a la que un día llegaron sus padres y abuelos en busca de esperanza.

La imagen de la mujer del Apocalipsis es para ellos la Asunción, la Inmaculada Concepción: aquella por la que el pueblo ha hecho juramento de defensa, pero es también manifestación de esperanza. Es la misma esperanza que da sentido a sus vidas.

La Virgen del Saliente es punto de referencia vivido en profundidad vital y religiosa para esclarecer la cotidianeidad de dificultades y luchas: es esperanza que ilumina el desierto para que no sea lugar de tiempo sin fin, sino etapa necesaria y pasajera cuando lo miran "los desterrados hijos de Eva" que invocan a María como "Reina y Señora". Ella, en su buen retiro, es lugar de acogida de penas y alegrías, días y noches, emigraciones y retornos. Mira al cielo sintiéndose a salvo: sus manos son oración a Dios y, como le canta Julio Alfredo Egea, "tienen vocación de nido".

Fuente: PEDRO Mª Y ANTONIO FERNANDEZ ORTEGA."La Virgen del Saliente en su Buen Retiro" .  Ed. Fundación "Santuario de Nª Sª del Saliente. 1.993

Fotos: Pablo García Ibañez