En el desierto

En el desierto

perdidos, alma mía,

entre cortes y peñas.

Ciegos en la luz,

heridos, alma mía.

Sequedades

arrastras. Te arrastro

desnuda en tus harapos.

Abierto en dos mitades

el dolor. Doliente

la carne entre nosotros.

Me sigues, alma mía,

consciente del destino

que a tu ternura impongo,

asida a mí,

sin aflojar la presa.

Me duelo a tu mirada

absurdo de silencios.

El mundo se suspende,

en el desierto.

Siglos de sol

sobre la piedra.

Apareces.

Al viento los cabellos

de la noche a la aurora.

Descendentes las plantas

sobre mordientes fuegos.

Arco de luz,

espejo de luceros.

Consagrada en el vientre.

Prestas las manos

a cosechas eternas.

Bálsamo los ojos,

aromados los labios.

Permaneces.

Acaba el desamparo

en el desierto.

Suspendido me encuentras,

los ojos espejados.

Sin camino.

Me acoges,

el vuelo es alto

en el desierto.

 

Fernando Alguacil - Mayo 1.988

ATRAS