El poeta Bernardo Martín del Rey Cantor de la Virgen del Saliente JUAN JOSÉ CEBA A la memoria de Pelayo Gallego El tiempo insaciable y las desatenciones de que suelen ser objeto - y víctimas - los libros y sus autores, están borrando injustamente, a los veinte años de su muerte, los frutos sazonados de un poeta almeriense bien interesante, que llenó nuestra vida cultural con sus obras y sus páginas de colaboración en "Yugo", con versos y artículos de investigación: me refiero a Bernardo Martín del Rey, autor de "La Virgen del Saliente", quien fuera Archivero Municipal de Almería y, nacido en la bella y delicadísima villa alpujarreña de Fondón, el día 1 de abril de 1908. Antes de aquella guerra de odios, que todo lo deshizo, había publicado Marín del Rey los libros "Cuarzo Aurífero" (1933), "Sultanas de Córdoba" (1933), "Romancero de la Alpujarra" (1935) y, "Trilogía del Mar"(1936). En plena posguerra y, en una de las épocas de mayor devoción mariana de este siglo, escribe una obra desbordante de amor, dedicada a la Pequeñica que, tras varios titubeos en el título -al principio pensó llamarle "La Virgen sonriente"-, aparecía como "La Virgen del Saliente. Tradición, milagro y belleza" y que saldría de la Imprenta Caparrós-Ayala, en Almería, siendo 1947: año en que Nuestra Señora descendió de sus alturas del Roel, a "la villa cristiana de Albox". ¿Por qué un libro dedicado a nuestra Patrona, de un autor que vive, sueña y escribe en Almería?¿No hubiera sido más lógico un volumen centrado en la Virgen del Mar? La explicación es clara: el poeta, devoto de la Madre del Saliente, escribe sus cantos jubilosos, sus ofrendas u oraciones líricas, en cumplimiento de una promesa, al parecer, formulada durante la Guerra Civil: "Por Ella concebí el pensamiento de hacer una promesa. Se iluminó mi vida", escribe. Pero hay otras razones: existía una larga tradición no interrumpida, de publicaciones sobre la Virgen del Mar, desde el siglo XVIII. Aún estaba cercana la edición de la obra "Poema de la Virgen del Mar", de M.J. Monsuárez de Yoss, impresa en 1942 y, no era natural la insistencia y reiteración de obras en verso sobre una misma imagen. Creo que Bernardo Martín del Rey es consciente de que inaugura una tradición de publicaciones líricas a la Virgen, bajo la advocación del Saliente: era preciso abrir la semilla de la luz con nuevas canciones, a una imagen que por su belleza, tamaño y levedad, despertaba todas las ternuras. El amor a esta dulcísima joya del Roel tuvieron que contagiárselo, no hay duda, el fervoroso círculo de devotos de la capital, entre los que había algunos albojenses, que compartían amistad con el autor: el sacerdote Domingo García Rubio, amigo queridísimo de Juan Berbel, oriundo - como el - de Las Pocicas; a quien Martín del Rey confía el libro para su publicación; y Bartolomé Marín, que aportaría dibujos de fina sensibilidad y fervor mariano para esta obra. Asimismo, tuvo que influir en el ánimo del autor, para decidirse a escribir su florilegio a la Virgen del Saliente, la buena y hermosa amistad que mantenía con Juan y con Jerónima Berbel, hecho que me parece decisivo, a juzgar por la exquisita y fraternal correspondencia atesorada.
CARTAS Y NOTICIAS SOBRE EL LIBRO DE MARTÍN DEL REY He tenido la posibilidad y el gran gozo de leer las cartas que Bernardo Martín del Rey envió a su buen amigo Juan Berbel, cuando este ejercía con nobleza y amor su entrega de maestro en Almanzora. En ellas le da cuenta pormenorizada del ambiente cultural y artístico de Almería, a cuyo tejer y destejer era ajeno el poeta albojense. Son bien interesantes, puesto que estamos en el años dorados del indalismo y, Bernardo representaba una opción opuesta y radicalmente crítica contra este movimiento. Pero esa es otra historia. El 12 de marzo de 1946, en misiva fraterna de Juan Berbel, le habla con gran entusiasmo de la obra poética de su hermana Jerónima -una de las voces más exquisitas y espirituales de la literatura almeriense- y en quien Martín del Rey creerá siempre de manera absoluta. En esta carta ofrece la primicia sobre su obra dedicada a La Pequeñica: "Y ahora una noticia. Un sacerdote se ha hecho cargo del libro "LA VIRGEN DEL SALIENTE. POEMAS DE DEVOCIÓN", para editarlo por su cuenta. Así es que ya tiene la Virgen del Saliente mis poesías en la imprenta como ofrenda de amor. Y ese libro se distribuirá por todos esos pueblos, villas, aldeas, cortijos... !Estoy muy contento, porque es un verdadero milagro, que la Santísima Virgen ha hecho, bajo esta advocación tan divina!". En efecto, el libro llegó a los lugares más apartados y cortijadas dispersas de la comarca. Un joven campesino me daría a conocer, en mi fragante adolescencia albojense, el amoroso libro de Martín del Rey a Nuestra Señora de los Desamparados. Con motivo de la onomástica de Juan Berbel, 24 de julio de 1946, acudiría el poeta alpujarreño con una carta de felicitación, un cuadernillo de versos dedicado a San Juan Bautista y, una composición sobre Jerónima Berbel, "La Alondra Sencilla", ambientada en Almanzora.
En dicha carta, Martín del Rey ofrece algunas noticias sobre las gestiones en marcha para la edición de su libro sobre "La Virgen del Saliente" y, la aceptación del prologuista que abrirá la obra: "Los Poemas de Devoción de la Virgen del Saliente andan por la taha de Albox. Se los llevó el Teólogo Domingo Rubio. Recibo carta de Fray Justo Pérez de Urbel, aceptando la invitación que le hice de escribir un prólogo para este libro. Veremos a ver qué hacen en Albox... Si el Ayuntamiento se decide a afrontar el precio de una edición de mil ejemplares, aunque se con el propósito de reintegrarse después. Esto de las ediciones es un tormento. !Cuestan carísimas! ". En carta de 11 de mayo de 1947, lleno de regocijo, le habla de la aparición del libro "La Virgen del Saliente" anunciándole el envío de un ejemplar dedicado: "Recibí tu última carta, con las dos fotografías de la Virgen, que te agradezco mucho. como no dices nada de si has visto el libro o no, en la visita al Saliente o en la Bajada de la Pequeñica, te mando un ejemplar, con una página autógrafa, para ti y para Jerónima. El Milagro se hizo. ya está el libro editado. Ahí queda para más devoción y ofrenda de la Dulcísima Señora". Prosigue describiendo su hondo huerto interior, mostrándose como un poeta preocupado por la belleza de su alma. Con el paso del tiempo, este es el ser que debe de quedar: "La Primavera es mi Estación favorita para elevar mi Espíritu. Y aun siendo la más pagana, para mí es la más espiritual. El mes de mayo lo consagro por entero a la Virgen María". Y le da noticia de un libro que ha terminado de escribir: "La Esfera de las doce canciones" (Calendario Lírico). Por este tiempo, Bernardo, esperaba el estreno de varias obras de teatro y el rodaje de la película "El último Abencerraje",en cuyo guió había trabajado. Acaba su carta con un gozo extraordinario: "Y dejo para lo último la noticia de que, según me anuncia, el Ayuntamiento de Albox, tomará el acuerdo de nombrarme Hijo Adoptivo de la Villa, por la ofrenda de mi libro a la Virgen del Saliente. Yo agradezco mucho todas estas cosas, que sólo se traducen en "humo"; pero en fin, algo brillan mientras se hable de ellas."
UNCIÓN Y GRACIA EN LAS CANCIONES ESPIRITUALES DE MARTÍN DEL REY Bernardo Martín del Rey es hoy un poeta poco conocido. Pasó una mano borrando su presencia. Su poesía, que habremos de rescatar de la sima del olvido y de silencio en que se encuentra, bebe con ansiedad de la lírica tradicional, de los cancioneros, de los romanceros y letrillas anónimas o de los clásicos del Siglo de Oro: esa es la vena caudalosa y pura que nutre su forenda a la Virgen del Saliente. Cuando sus versos perdieron los iniciales títubeos experimentales, se desnudaron y entraron en la corriente neopopularista, bien próximos a las canciones ligeras y aladas de Villaespesa (a quien recibió con versos elogiosos a su regreso de América), Juan Ramón, Alberti o Luis Rosales. En La Virgen del Saliente encontramos a un poeta más espiritual, más denso y trascendente, más auténtico, sincero y hondo, que en su primer libro Cuarzo Aurífero, que estaba lleno de tentaciones ultraistas y de vanguardia, según la moda al uso, impulsada por los poetas del 27 y, sin haberse desprendido aún de la herencia modernista. Poseía una enorme cultura, que trasciende en sus versos y artículos literarios. Destaca su recogida religiosidad. En sus producción abundan las canciones vueltas a lo divino, con tendencia al misticismo. De hecho, buena parte de su floración sobre la Madre del Saliente son testimonios de ese maravilloso delirio de su alma en vuelo. Tiene un gran sentido para la música, un oído prodigioso que ahonda en los ritmos de los villancicos, cantos religiosos o profanos, anónimos o de autores conocidos de la Edad Media, Renacimiento o Barroco: "¡Y que ven mis ojos!? ¿Ardiendo el rosal, /ardiendo las rosas y el verde arrayán?" Un incendio de flores, que es fuego celestial, en este romancillo de seis sílabas. Es poeta de gran finura, elegancia y extraordinaria gracia lírica, como podemos apreciar en estos versos de La Virgen del Saliente: "Sin .flores de otro vergel que sus árboles de piedra, la oración por fronda v yedra la piedad por dosel, se alza, el monte de "El Roel " sobre un oriente dorado, de aurora y sol constelado siendo ciprés y laurel... " Fray Justo Pérez de Urbel, en su prólogo breve y concentrado, llama a su libro "ardiente y luminoso poema de la Virgen del Saliente". A esta obra tuvo que dedicarse Martín del Rey, en cuerpo y alma, durante muchos meses, a juzgar por lo extenso, intenso y variado: páginas que exigieron un minucioso trabajo de investigación previa, recopilación de tradiciones, historias milagrosas y, coplas espontáneas del pueblo cuando reza. Diverso y multiforme es su jardín: Sonetos ("Cumbre desnuda al sol, al mar, al viento,/atalaya de yermas soledades ...); Sonetillos, Romances ("De Albox viene señorías, /de Albox la villa cristiana, / la de los valles ocultos/ y las colinas cortadas,/las adelfas, los almendros,/ y los olivos de playa") Seguidillas: "Si las ansias pudieran / ser alarifes /qué hermoso santuario / tendría la Virgen!", décimas, romancillos, coplas andaluzas: "!Virgencita del Saliente/que estás en la cumbre alta,/ por los ríos de iris venas/ se me quiere ir el alma!". Junto a los bellos poemas de ofrenda, pone en danza sus pasiones y conocimientos teatrales, una "Visión Lírica", donde recrea con fulgor inusitado la historia de Lázaro de Martos y la Madre del Saliente. Hay, como en todo libro, un gran encanto, candor y pureza. que recuerdan la ingenuidad de Gonzalo de Berceo, la paciente y maravillosa meticulosidad de Fra Angélico (a veces parecen canciones precíosístas de un códice minado, en explosión de flore, y de pájaros) o, la deliciosa colección de Cantigas ala Virgen de una de las figuras más Irrepetibles -y peor conocidas- de nuestra historia, Alfonso X "El Sabio". Tiene nuestro poeta facilidad de versificación, que hubiera necesitado más rigor selectivo. Lugares, aldeas, cortijadas; una atmósfera luminos y de misterio, leyendas, promesas, ofrendas y milagros: todo dicho con unción y gracia exquisita. La fuerza de su alma irrumpe con ímpetu en cualquier ramo aromado de sus canciones. A veces la sensación de lejanía y soledad. El alto desierto. El marcado acento de la música y la danza campesina. La esencia del lirismo como miel extraída de las flores. Los arcaismos para dar saor de época, gusto de siglos. Cuánto amor desbordante, cuánta fe, cuánta ternura derramada, amor a lo pequeño, a lo mínimo, acción de gracias a la Naturaleza plena!. Escenas de los frailes franciscanos, cantado amor en el desierto o en las alturas de la Sierra, con milagros de alondras, de tórtolas, de hormigas y de abejas. Prodigios recogidos del fervor popular, del alma colectiva fundida en la canción: presencia transformadora y reconfortante. Proyección anhelante de la propia invalidez del poeta, en el romance donde la Virgen cura la pierna herida de un soldado en África. Y la historia abrazada a la leyenda y al laboreo riguroso, nutriendo la obra, donde el alma de Bernardo Martín del Rey alcanza una enorme unión mística y, destruye imágenes sucesivas del hombre cotidiano cercado por la vida. Habla Lázaro de Martos, en encendida y encelada trova de amor a la Virgen con su hermana Rosario y, en uno y en otra, creo ver un trasunto, un traslado del alma campesina de los poetas-amigos del Saliente, Juan y Jerónima Berbel -al fin y al cabo ángeles en el paisaje de almendros Hay entre los tres, en esta época, una alegría comunicativa de alma a alma, de río a fuente, que conmueve. Para mí no hay duda alguna de que el triángulo poético formado por Bernardo Martín del Rey, Juan Berbel y su hermana Jerónima, hay que estudiarlo en conjunto, abarcando los años de la posguerra, más de una década, en que existe entre ellos una intensa relación comunión de ideas y sentimientos, estímulo constante de Bernardo hacía ambos escritores albojenses, para que escriban y publiquen (aún estaban inéditos sus libros) y, agradecimiento contínuo y diálogo espiritual, por parte de los poetas de Las Pocicas. Y lo que es clave: una serie de coincidencias en la manera de concebir el verso: sencillez, austeridad, emoción, intensidad, gozos música, levedad; gusto refinado por el romance y las canciones, elegancia expresiva, delicadeza extrema, exquisitez y, sobre todo esto, lo que más cohesiona dicho triángulo poético es irrefrenable fuerza del alma, la hondísima espiritualidad y la intimidad religiosa de los tres autores, que dirigen la belleza de sus cantos -aves del paraíso- hacia la Virgen del Saliente. JUAN JOSÉ CEBA. Noviembre 1994
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